24/08/2018

Sólo se vive una vez.





Esto que estas leyendo en este preciso momento quedará guardado para ser releído todas las veces que quieras, pero el exacto momento en el que lo estás leyendo no vuelve mas.
Si leés esto mismo mañana, en un rato, en diez años, no va a haber ninguna alteración en lo escrito, pero probablemente algo pequeño, casi imperceptible, haya cambiado. Puede ser que tengas nuevas dudas, nuevas certezas y seguramente tendrás unos minutos mas de vida y unos minutos menos...
Esto que estás leyendo no te dice nada del preciso momento en el que yo lo escribo, aunque seguramente cuando lo lea mañana, en un rato o en diez años, lo desconozca letra por letra.
La piedra con la que tropezamos cíclicamente -o con suerte dos veces- seguramente sea la misma (aunque también las piedras están atravesadas por el tiempo), pero el tropezón es absolutamente diferente cada vez, porque ese que tropieza nunca es el mismo.
La rutina no existe, no existe la repetición, las oportunidades aparecen una vez y cada día está poblado de caminos que elegimos y nos llevan siempre lejos de quienes fuimos ayer.
Este momento en que elegís estar leyendo esto es único, inalterable, fugaz y eterno, nunca va a repetirse y a la vez siempre va a ser parte de tu vida. Y el sentido de la vida es que nunca retorna. Por eso es tan importante hacer buenas elecciones

Caretas




 


 

Almas negras que se disfrazan de generosidad y amor al prójimo, mientras esconden sus miserias, envidias, mala leche bajo la alfombra mullida de la buena onda, el afecto y la tolerancia.
Sin saberlo compartimos con quienes miden nuestra vida y la de ellos, con el exacto cálculo de la ventaja.
Sin sospecharlo, vemos rostros amigos donde hay caretas, confiamos el secreto sagrado de lo que somos a esa máscara de perfecta hipocresía.
Nos creemos hermanados, acompañados en el hermoso y difícil camino irregular de la existencia por quienes no dudarán en usarnos como puentes, como piedras, como cosas útiles para sus fines.
¿Cómo serán sus rostros y sus almas cuando cae la noche y los encuentra en la intimidad del odio desatado, desnudos de falsedades?

Apocalipsis, pero mas tarde.





Si lo único que cuenta en esta vida, lo que tiene valor, lo que nos hace ser quien somos es la vida misma, el tiempo transcurrido, los días vividos, y si vivimos (por ahora…) en un mundo neoliberal, en un mundo-mercado donde todo se compra y todo se vende, donde somos mercancías y el vuelto en caramelos, ¿por qué entonces no poner a la venta nuestros días vividos?
Los mejores días de felicidad plena, los días iluminados en los que descubrimos verdades existenciales, los días del amor, los días irreversiblemente peronistas.
En una mesa de saldo podemos ofertar días horribles y espantosos en los que nos lamentamos por todo.
Imaginen, por ejemplo, poder comprar los días vividos por gente sabia, o quizás los días de un homo sapiens con sus habilidades intelectuales recién estrenadas. O de una mujer u hombre cualquiera, habitantes de una época cualquiera...
Seríamos dueños del tiempo, ahí si.
Y seguramente se crearían monopolios que lograrían los mejores tiempos, dejándonos los saldos.
Pero también existiríamos los que no ponemos a la venta nuestros días, ni compramos tiempo ajeno. Quizás entonces pretendan hacernos sentir marginales, seres fuera del sistema, e incluso fuera del tiempo. Pero nadie que se crea dueño de los tiempos merece respeto. Nos dedicaremos simplemente a vivir, pero a vivir defendiendo el derecho a la vida y a la libertad.

La boca del lobo.




 


 

Invocamos a la eternidad, como a una diosa temible y poderosa, y le rogamos que nos conceda la magia de mantenernos invariables.
Por la fuerza brutal de la costumbre, nos escondemos detrás de la pulida piedra de lo previsible. Nos atrincheramos en murallas perfectas para resistir el paso del tiempo, que todo lo crea y todo lo arrasa.
Nos sentimos a salvo de la muerte, y estamos en la puerta de su casa.

Breve y antiguo diccionario




 

 

Valor: Estado de euforia que induce a enfrentar sin vueltas aquellas cosas a las que se teme. Precio que se paga por ello.

Obstáculos: Aparatos para medir la fuerza.

Razón: Brújula con la que la humanidad se guía para ir no se sabe bien por qué ni hacia dónde. Piedra en el zapato de los locos.

Soñar: Mecanismo por medio del cual las cosas pueden ser diferentes. Acción de crear realidades inmateriales. Algunos sueños pueden concretarse, pero al pasar al plano de lo real se transforman inevitablemente en otra cosa.

Soledad: Irse sin avisar y no tener que volver.

Deseo: Combustible de los actos humanos.

Tiempo: Los indicios mas evidentes del paso del tiempo son datos recogidos por los servicios meteorológicos y otros aparatos de medición. (Calendarios, relojes, cronómetros, etc). Es una trama intangible y no localizada de la que se visualizan fenómenos climáticos. La sucesión de días y noches nos brinda la prueba del paso del tiempo, pero nadie sabe de dónde viene ni hacia donde se dirige. Hay quienes tienen como ocupación la búsqueda del tiempo perdido por otros.

Azar: Misterio al que se encomiendan todas las cosas que nos superan. Entidad casi deificada que se invoca como tabla de salvación. En caso de manifestarse brinda momentos de extremo derroche, jolgorio y plenitud, pero luego nos deja a la deriva en el mar infinito y cotidiano de la vida. El azar es un marinero que se ha tomado vacaciones y unos cuantos tragos.

Puente: Instrumento por medio del cual es posible estar un rato en el aire sin los riesgos de la aeronavegación. Si bien la mayoria de las personas lo ven como una ruta para llegar al otro lado, el secreto de los puentes es que permiten estar en ninguna parte, ser absolutamente extranjeros mientras se los transita. Algunos optimistas se arrojan desde puentes creyendo prolongar la sensación aérea por mas tiempo, o bien porque despues de haber llegado al otro lado, se quedaron sin misterios.

Sinsentido: todos los mundos posibles





En este mundo racional, que raciona todo, todo, todo, (las posibilidades, los derechos, las entradas y salidas al paraíso terrenal del consumo ilimitado y también al manicomio bajo la forma que sea para quienes osan desafiar a los guardias de la entrada del paraíso terrenal) algo que no tiene sentido es una molesta piedra en el zapato, un callo doloroso, un chicle pegado en la suela de una ojota un día caluroso. Algo molesto, peligroso, que es necesario neutralizar, o directamente eliminar cuanto antes.
¿Por qué? Porque el sentido se construye de a muchos. Los guardianes del paraíso terrenal, entre otras cosas, tienen a su cargo la vigilancia indeclinable del sentido: tienen que vigilar que los muchos pensemos mas o menos lo mismo, nos conformemos con esto que tenemos enfrente y produzcamos siempre mas, con la zanahoria del progreso (económico, científico, moral, religioso, etc.) como única meta y horizonte.
Los ideal es que los muchos que estamos acá, le encontremos sentido a todo esto que vivimos. Si muchos cuestionamos el sentido de este mundo, quizás se empiece a resquebrajar la escenografía perfectamente montada que nos muestra en 3D un paraíso accesible (pero no), brillante y perfecto (pero no), para todos (pero no), único orden posible (pero menos que menos esto último).
Si se resquebraja y caen algunos pedazos, quizás veamos detrás del escenario a la masa consumidora cubierta de sangre, sudor y lágrimas, mientras gira incesante la manivela de la maquinita de hacer mundos perfectos, para que todos nos creamos que el mundo este es perfecto y fundamentalmente, que es el único mundo posible
Un sinónimo de "sin sentido" es "disparate".
Y eso mismo es mas o menos lo que nos sugieren los guardianes del montaje del mundo perfecto a los que dudamos de las bondades de este mundo de mierda: si no te gusta, disparate, dejá de existir, dejá de incomodar que esta casa se reserva el derecho de admisión y permanencia. Sin hacer apología de la violencia, eso si, y sin exhibir el cartel, que en este mundo hay lugar para todos (pero no).

Tonta reflexión





Para estar a tono con esta época, que valora la inmediatez y la instantaneidad, debería alcanzar con un sólo y único día de vida para darse cuenta como viene la mano con la cuestión existencial.
No digo que ese día sea el primero. Supongo que apenas uno nace está dedicado a cuestiones mas importantes que develar los sentidos o no de la existencia, como por ejemplo, dedicado simplemente a existir.
Tampoco digo que sea el último, porque de qué serviría conocer los misterios de la vida justo en el instante previo a abandonarla, sería una ironía imperdonable.
La mitad de la vida podría ser. Aunque claro, habiéndonos ya respondido las preguntas mas rebuscadas, conociendo el cómo-cuándo-dónde-por qué-para qué de la existencia... ¿en qué ocuparíamos nuestra mente ociosa la otra mitad?.
Porque no alcanza con saber qué hay que saber sino que, además, es necesario saber cuándo es mejor saberlo.

Será por tanta complicación que en esta época el "saber" está en crisis: cada vez menos gente se hace preguntas y se dedica simplemente a existir, pero comprando respuestas ajenas

Posverdad



 

 

 

 

 

Me aburro. Lentamente me deslizo hacia un letargo de cuerpo y mente que en nada se parece al descanso. El aburrimiento comienza a envolverme como una araña con su tela babosa, pegajosa. Me inmoviliza, nubla mi mente, anula mis sentidos. Ya no hay dolor, ni placer, ni sentimientos, ni fuerza, ni ganas.
Anestesiada me entrego a ese estado de nada. El aburrimiento, como una araña hambrienta e insaciable me atrapa, me aprisiona. Sin que yo pueda hacer nada me cuelga de su enorme tela y me deja ahí, como alimento de reserva. Ya no soy yo, sino que ahora soy una simple presa en una red enorme. No soy la única, la red está plagada de seres que ya no son. En un breve -quizás el último- momento de lucidez, trato de buscar una salida. Pero ya es tarde, ya no hay salida ni antídoto. Mi mente se vacía y se llena de esa baba amorfa que me paraliza sin remedio. Mi mente, mi cuerpo, mis actos, ya no me pertenecen. Ya nada tiene sentido. Lo mismo da la vida que la muerte. Me entrego a ese destino como si fuera el único posible. Los tiempos ya no corren, sino que se deslizan por la red sin fin ni principio y quedan atascados, detenidos.
La araña teje la soporífera tela del engaño.

La masturbación al poder




 


 


Años 60. Liberación, rebeldía, revolución. Hippies, comunidades, idealismo. La promesa de un mundo nuevo, alternativo, fue tan potente que varias frases e ideas de la época quedaron grabadas a fuego en la memoria colectiva. En los ´60 la lucha era contra el consumo, contra el sistema, contra el poder establecido. La lucha era, en definitiva, contra una sociedad que priorizaba la productividad y rentabilidad por sobre el arte y el amor. El ideal era ni mas ni menos que la libertad, en su mas amplio sentido. Después se vino la noche y el amanecer nos encontró en bolas y a los gritos. Para ese entonces, había pasado bastante de moda la libertad, que quedó prácticamente confinada a la libertad de los mercados.
Posiblemente el término «pajero» es tan antiguo como la paja misma. Pero es posible también que su uso para designar al «improductivo» sea bastante reciente.
A partir de los ´90 y hasta la fecha son el éxito económico, el incremento en el consumo, la eficiencia, la productividad, los «ideales» de nuestra sociedad. Vivimos contra reloj, en todos los sentidos, por lo que quien carece de eficiencia y «responsabilidad» es lisa y llanamente un pajero. Porque claro, la sexualidad productiva es aquella cuyo destino es renovar la fuerza de trabajo para que la gran maquinaria de la producción no se detenga jamás.
Por otra parte, la sociedad pasó de ser un colectivo para ser una o varias redes en las que nos agrupamos. Gran parte de nuestros vínculos son virtuales. La tecnología nos ayuda a quedarnos seguros en nuestras casas, solos e imaginando el mundo a nuestra medida. Cercados, acorralados por el imperativo de tener para ser, vivimos como el burro detrás de una zanahoria. La frustración de no tener lo suficiente (nunca nada es suficiente, esa es la gracia) para ser, nos arroja a un mundo de fantasía (o virtual si lo prefiere) donde podemos hacer de cuenta que somos quien queremos ser. Nos inventamos un mundo a nuestra medida y nos relacionamos con seres con la misma insatisfacción y la misma fantasía hecha realidad virtual.
Paradójicamente es en esta época de fragmentación social e individualismo en la que «la imaginación al poder» es casi un hecho. Pero claro, un hecho tan improductivo y solitario como la masturbación.
La masturbación es parte de la sexualidad de los monos. La conducta masturbatoria en los primates no está relacionada con la ausencia de hembras o machos. Se me ocurre pensar que quizás la clave de la revolución no esté en la indignación que nos lleva a las calles a protestar porque ha disminuido nuestra capacidad de consumo. Quizás la clave de la revolución esté en la masturbación. Que el sistema «se caiga» no porque luchamos contra el, sino porque nos dedicamos colectivamente a la paja improductiva. Antepongamos la paja a la eficiencia.
Que esperen vernos llegar puntuales al trabajo y si se aburren, que se hagan una paja. Vivamos el presente, que la vida es breve y la noche nos cae a diario. Asumamos que vivimos en bolas y a los gritos, tal como los monos. Brindemos un sentido homenaje a nuestros ancestros primates, que la evolución y el progreso son la zanahoria (de utilería) que seguimos como burros y la posibilidad de un mundo nuevo y libre siempre ha estado y estará al alcance de nuestra mano.

 

Publicado en 2012 en Revista Risario




21/05/2016

Lux non verba (Mares)









Es posible que el mundo no exista y simplemente sea el invento de algún loco.
Que solamente exista el infinito: una idea que excede cualquier idea de este mundo de locos.
Un puente de luz interminable que cruzamos sin saber que no hay “otro lado” ni punto de llegada.
Al tiempo de transitarlo nos alivianamos y nos volvemos nosotros mismos luz y puente (infinitos).