24/08/2018

La masturbación al poder




 


 


Años 60. Liberación, rebeldía, revolución. Hippies, comunidades, idealismo. La promesa de un mundo nuevo, alternativo, fue tan potente que varias frases e ideas de la época quedaron grabadas a fuego en la memoria colectiva. En los ´60 la lucha era contra el consumo, contra el sistema, contra el poder establecido. La lucha era, en definitiva, contra una sociedad que priorizaba la productividad y rentabilidad por sobre el arte y el amor. El ideal era ni mas ni menos que la libertad, en su mas amplio sentido. Después se vino la noche y el amanecer nos encontró en bolas y a los gritos. Para ese entonces, había pasado bastante de moda la libertad, que quedó prácticamente confinada a la libertad de los mercados.
Posiblemente el término «pajero» es tan antiguo como la paja misma. Pero es posible también que su uso para designar al «improductivo» sea bastante reciente.
A partir de los ´90 y hasta la fecha son el éxito económico, el incremento en el consumo, la eficiencia, la productividad, los «ideales» de nuestra sociedad. Vivimos contra reloj, en todos los sentidos, por lo que quien carece de eficiencia y «responsabilidad» es lisa y llanamente un pajero. Porque claro, la sexualidad productiva es aquella cuyo destino es renovar la fuerza de trabajo para que la gran maquinaria de la producción no se detenga jamás.
Por otra parte, la sociedad pasó de ser un colectivo para ser una o varias redes en las que nos agrupamos. Gran parte de nuestros vínculos son virtuales. La tecnología nos ayuda a quedarnos seguros en nuestras casas, solos e imaginando el mundo a nuestra medida. Cercados, acorralados por el imperativo de tener para ser, vivimos como el burro detrás de una zanahoria. La frustración de no tener lo suficiente (nunca nada es suficiente, esa es la gracia) para ser, nos arroja a un mundo de fantasía (o virtual si lo prefiere) donde podemos hacer de cuenta que somos quien queremos ser. Nos inventamos un mundo a nuestra medida y nos relacionamos con seres con la misma insatisfacción y la misma fantasía hecha realidad virtual.
Paradójicamente es en esta época de fragmentación social e individualismo en la que «la imaginación al poder» es casi un hecho. Pero claro, un hecho tan improductivo y solitario como la masturbación.
La masturbación es parte de la sexualidad de los monos. La conducta masturbatoria en los primates no está relacionada con la ausencia de hembras o machos. Se me ocurre pensar que quizás la clave de la revolución no esté en la indignación que nos lleva a las calles a protestar porque ha disminuido nuestra capacidad de consumo. Quizás la clave de la revolución esté en la masturbación. Que el sistema «se caiga» no porque luchamos contra el, sino porque nos dedicamos colectivamente a la paja improductiva. Antepongamos la paja a la eficiencia.
Que esperen vernos llegar puntuales al trabajo y si se aburren, que se hagan una paja. Vivamos el presente, que la vida es breve y la noche nos cae a diario. Asumamos que vivimos en bolas y a los gritos, tal como los monos. Brindemos un sentido homenaje a nuestros ancestros primates, que la evolución y el progreso son la zanahoria (de utilería) que seguimos como burros y la posibilidad de un mundo nuevo y libre siempre ha estado y estará al alcance de nuestra mano.

 

Publicado en 2012 en Revista Risario




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