24/08/2018

Apocalipsis, pero mas tarde.





Si lo único que cuenta en esta vida, lo que tiene valor, lo que nos hace ser quien somos es la vida misma, el tiempo transcurrido, los días vividos, y si vivimos (por ahora…) en un mundo neoliberal, en un mundo-mercado donde todo se compra y todo se vende, donde somos mercancías y el vuelto en caramelos, ¿por qué entonces no poner a la venta nuestros días vividos?
Los mejores días de felicidad plena, los días iluminados en los que descubrimos verdades existenciales, los días del amor, los días irreversiblemente peronistas.
En una mesa de saldo podemos ofertar días horribles y espantosos en los que nos lamentamos por todo.
Imaginen, por ejemplo, poder comprar los días vividos por gente sabia, o quizás los días de un homo sapiens con sus habilidades intelectuales recién estrenadas. O de una mujer u hombre cualquiera, habitantes de una época cualquiera...
Seríamos dueños del tiempo, ahí si.
Y seguramente se crearían monopolios que lograrían los mejores tiempos, dejándonos los saldos.
Pero también existiríamos los que no ponemos a la venta nuestros días, ni compramos tiempo ajeno. Quizás entonces pretendan hacernos sentir marginales, seres fuera del sistema, e incluso fuera del tiempo. Pero nadie que se crea dueño de los tiempos merece respeto. Nos dedicaremos simplemente a vivir, pero a vivir defendiendo el derecho a la vida y a la libertad.

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